El concepto de “mercado hasta donde sea posible y gobierno hasta donde sea necesario”, es una guía para restablecer los equilibrios perdidos con la pandemia, y el balance entre cuarentena e “inmunidad de la manada”. Los gobiernos democráticos han adquirido mucho peso y compromiso -a diferencia de los gobiernos autoritarios, que ya lo tenían, pero no por las razones adecuadas- generando un alto nivel de exigencia por parte de la sociedad, como respuesta al “cheque en blanco” que les dieron para desplegar políticas públicas invasivas, cuyos resultados aún no pueden ser medidos, sino hasta que se pueda hacer una evaluación retrospectiva.
Esa presión debería traducirse en resultados tangibles y rápidamente visibles, pues la experiencia internacional nos muestra que las políticas públicas exitosas tienen resultados incrementales y evolutivos predecibles, que muestran los primeros indicadores positivos, casi inmediatamente. Si hay que esperar mucho tiempo para que una política funcione, probablemente ya no lo hará, y deberá considerarse un fracaso.
Los buenos gobiernos serán reconocidos por su poder transformador y por la rápida evidencia de ello, mientras que las normas y reglas de juego deberían permitir la remoción de aquellos gobernantes que no lo hagan bien; lo cual debe poder ocurrir sin esperar a que llegue el descalabro. Y ya no por razones políticas, sino por razones de incompetencia en el manejo y gerencia de la cosa pública. Hoy los gobiernos del mundo están bajo la lupa.
Fuente: El Universal
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